Uno de los temas más recurrentes en torno a la
alimentación del deportista es a cerca del consumo de leche de vaca. En los
últimos años las estanterías de los supermercados se han llenado de
alternativas vegetales a la leche de vaca; como las bebidas de soja, arroz y
almendras entre otras. Todas ellas, con las premisas de llevar una vida más
“saludable”, un menor consumo de proteínas y grasas animales ó evitar el
consumo de lactosa, se han abierto un hueco importante en el mercado.
¿Pero, después de muchos años consumiendo leche,
debemos aceptar que la leche de vaca es buena? En los últimos años la evidencia
científica está haciendo reconsiderar a los profesionales de la salud su
consumo en adultos.
En esta entrada del blog resumiré los aspectos positivos y
negativos del consumo de leche de vaca.
LO BUENO:
La leche es una bebida que nos aporta todos los
macronutrientes (proteínas, hidratos de
carbono y grasas), proteínas de alta calidad, una importante variedad de
vitaminas incluyendo vitaminas del grupo B y vitamina A. Es una buena fuente de
calcio altamente biodisponible, especialmente importante en la infancia y
adolescencia que ayuda a alcanzar la máxima densidad mineral ósea y a
mantenerla en la edad adulta.
LO NO TAN BUENO:
La mitad de las calorías que aporta la leche entera
provienen de grasas saturadas, que puede suponer un problema si tenemos en
cuenta que un consumo excesivo de grasas saturadas está asociado con la
aparición de enfermedades cardiovasculares. Un vaso de leche entera nos aporta
unos 8g de grasa, de los cuales 5 son ácidos grasos saturados. Además la leche
contiene ácidos grasos saturados de cadena media que contribuyen al proceso
aterogénico.
Sin embargo, estos inconvenientes pueden ser evitados si
se consumen leche y derivados lácteos bajos en grasa.
La lactosa es el hidrato de carbono mayoritario en la
leche de vaca. Es un disacárido compuesto por una molécula de glucosa y otra de
galactosa unidas por un enlace β. Es precisamente este enlace el que causa
problemas de digestión en algunas personas. La lactasa es la enzima encargada
de “romper” este enlace. El déficit real de lactasa es poco frecuente en
personas que consumen habitualmente lácteos y derivados. En cualquier caso
prácticamente la totalidad de las marcas comerciales de leche tienen una gama
sin lactosa para este grupo reducido de la población.
Un consumo excesivo de proteínas incrementa la excreción
renal de calcio, la leche y sus derivados son ricos en proteínas, así pues un
consumo excesivo podría contribuir a la aparición de este fenómeno fisiológico.
Una explicación sencilla de este fenómeno que es algo
controvertido para la clase médica es que el exceso de proteínas necesita ser
catabolizado (utilizado) ya que no tenemos ningún mecanismo para almacenar
proteínas.
La leche es rica en aminoácidos sulfurados
(constituyentes de las proteínas) en cuya “digestión” se producen ácidos
orgánicos que necesitan ser rápidamente neutralizados para mantener un pH
estable en nuestro organismo. Los riñones se encargan en gran medida de este
proceso, sin embargo cuando se exceden en su capacidad regulatoria, es
necesario calcio para continuar con el proceso de estabilización del pH. Calcio
que se obtiene de nuestros huesos y que después es excretado por la orina. Este
proceso nos lleva a la paradoja de que un producto rico en calcio como la
leche, puede terminar eliminando más calcio de nuestros huesos del que la
propia leche aporta.
En mi opinión es demasiado pronto para llegar a cualquier
conclusión sobre el consume de leche en adultos. En cualquier caso la leche nos
aporta proteínas de alta calidad, hidratos de carbono de lenta asimilación y es
una de las principales fuentes de calcio en esta sociedad occidentalizada.
jueves, 30 de agosto de 2012
LECHE: ¿SE NECESITA INVESTIGAR MÁS?
Raúl Urdániz Tapiz
Nº Col.NA00253
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