jueves, 30 de agosto de 2012

LECHE: ¿SE NECESITA INVESTIGAR MÁS?

Uno de los temas más recurrentes en torno a la alimentación del deportista es a cerca del consumo de leche de vaca. En los últimos años las estanterías de los supermercados se han llenado de alternativas vegetales a la leche de vaca; como las bebidas de soja, arroz y almendras entre otras. Todas ellas, con las premisas de llevar una vida más “saludable”, un menor consumo de proteínas y grasas animales ó evitar el consumo de lactosa, se han abierto un hueco importante en el mercado.

 ¿Pero, después de muchos años consumiendo leche, debemos aceptar que la leche de vaca es buena? En los últimos años la evidencia científica está haciendo reconsiderar a los profesionales de la salud su consumo en adultos.
En esta entrada del blog resumiré los aspectos positivos y negativos del consumo de leche de vaca.

LO BUENO:

La leche es una bebida que nos aporta todos los macronutrientes  (proteínas, hidratos de carbono y grasas), proteínas de alta calidad, una importante variedad de vitaminas incluyendo vitaminas del grupo B y vitamina A. Es una buena fuente de calcio altamente biodisponible, especialmente importante en la infancia y adolescencia que ayuda a alcanzar la máxima densidad mineral ósea y a mantenerla en la edad adulta.

LO NO TAN BUENO:

 La mitad de las calorías que aporta la leche entera provienen de grasas saturadas, que puede suponer un problema si tenemos en cuenta que un consumo excesivo de grasas saturadas está asociado con la aparición de enfermedades cardiovasculares. Un vaso de leche entera nos aporta unos 8g de grasa, de los cuales 5 son ácidos grasos saturados. Además la leche contiene ácidos grasos saturados de cadena media que contribuyen al proceso aterogénico.

 Sin embargo, estos inconvenientes pueden ser evitados si se consumen leche y derivados lácteos bajos en grasa. 

  La lactosa es el hidrato de carbono mayoritario en la leche de vaca. Es un disacárido compuesto por una molécula de glucosa y otra de galactosa unidas por un enlace β. Es precisamente este enlace el que causa problemas de digestión en algunas personas. La lactasa es la enzima encargada de “romper” este enlace. El déficit real de lactasa es poco frecuente en personas que consumen habitualmente lácteos y derivados. En cualquier caso prácticamente la totalidad de las marcas comerciales de leche tienen una gama sin lactosa para este grupo reducido de la población.

Un consumo excesivo de proteínas incrementa la excreción renal de calcio, la leche y sus derivados son ricos en proteínas, así pues un consumo excesivo podría contribuir a la aparición de este fenómeno fisiológico. Una explicación sencilla de este fenómeno que es algo controvertido para la clase médica es que el exceso de proteínas necesita ser catabolizado (utilizado) ya que no tenemos ningún mecanismo para almacenar proteínas.

La leche es rica en aminoácidos sulfurados (constituyentes de las proteínas) en cuya “digestión” se producen ácidos orgánicos que necesitan ser rápidamente neutralizados para mantener un pH estable en nuestro organismo. Los riñones se encargan en gran medida de este proceso, sin embargo cuando se exceden en su capacidad regulatoria, es necesario calcio para continuar con el proceso de estabilización del pH. Calcio que se obtiene de nuestros huesos y que después es excretado por la orina. Este proceso nos lleva a la paradoja de que un producto rico en calcio como la leche, puede terminar eliminando más calcio de nuestros huesos del que la propia leche aporta.

En mi opinión es demasiado pronto para llegar a cualquier conclusión sobre el consume de leche en adultos. En cualquier caso la leche nos aporta proteínas de alta calidad, hidratos de carbono de lenta asimilación y es una de las principales fuentes de calcio en esta sociedad occidentalizada.


Raúl Urdániz Tapiz
Nº Col.NA00253

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